VORÁGINE DE LOS TERRITORIOS OLVIDADOS
















VORÁGINE DE LOS TERRITORIOS OLVIDADOS

Los Territorios Nacionales de Colombia: Una Historia de Marginación y Riqueza Natural

Introducción

Los Territorios Nacionales de Colombia representan un capítulo significativo en la historia administrativa y política del país, caracterizado por la centralización, la marginalidad y, paradójicamente, la riqueza natural de regiones remotas. Estas áreas, que abarcaban entre el 40% y 50% del territorio nacional y el 78% de las fronteras, fueron durante más de un siglo zonas de escasa población y desarrollo, administradas directamente por el gobierno central bajo la figura de intendencias y comisarías. Este ensayo explora la creación, evolución y legado de los Territorios Nacionales, destacando las dinámicas de discriminación y abandono, incluyendo el trato peyorativo que persiste en la actualidad, la gestión inequitativa de los recursos generados por sus riquezas naturales, como los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua, el contraste entre el impacto de las regalías como motor de desarrollo en departamentos como Casanare y Meta, frente a la falta de progreso en Arauca y Putumayo debido a la influencia de la guerrilla, y el rol fundamental de los Consejos Regionales de Planificación Económica y Social (CORPES) en la búsqueda de soluciones para estas regiones.

Orígenes y Contexto Histórico

La creación de los Territorios Nacionales en Colombia se remonta a 1843, durante la República de la Nueva Granada, en un esfuerzo por organizar regiones remotas, selváticas y fronterizas que carecían de la infraestructura y población necesarias para ser departamentos autónomos. Estas áreas, como Bocas del Toro, Caquetá y Darién, eran vistas como estratégicas para la soberanía nacional, pero también como espacios de atraso económico y social en comparación con los centros urbanos como Bogotá. La administración centralizada, con prefectos nombrados directamente por el presidente, reflejaba un modelo de control estatal que limitaba la autonomía de estas regiones.

Con la Constitución de 1886, los Territorios Nacionales fueron temporalmente reintegrados a los departamentos, pero bajo el gobierno de Rafael Reyes en 1905, resurgieron como intendencias y comisarías. Este modelo administrativo perduró hasta 1991, cuando la nueva Constitución Política eliminó esta categoría, elevando estas regiones a departamentos para promover su integración y desarrollo. Ejemplos de estos territorios incluyen Amazonas, Arauca, Caquetá, Guainía, Guaviare, Vaupés y San Andrés y Providencia, entre otros.

 

 

Marginalidad y Discriminación

El término “Territorios Nacionales” llevaba implícita una connotación peyorativa, como si estas regiones fueran trofeos de una conquista o áreas subordinadas al centro del país. Esta percepción se reflejaba en su administración: los intendentes y comisarios, nombrados desde Bogotá, a menudo no representaban los intereses de las regiones ni pertenecían a ellas. Además, la creación del Departamento Administrativo de Intendencias y Comisarías (DAINCO) en 1975 y la Cooperativa de Intendencias y Comisarías (COINCO) centralizaron aún más las decisiones, desde la contratación hasta las compras, ignorando las necesidades reales de estas regiones. Por ejemplo, COINCO determinaba desde la capital qué bienes eran “convenientes” para los territorios, lo que resultaba en una desconexión entre las políticas y las realidades locales.

La marginalidad de los Territorios Nacionales también se manifestaba en la precariedad de los servicios públicos. La ausencia de agua potable, alcantarillado, energía eléctrica y telecomunicaciones era común, en contraste con las regiones centrales que gozaban de mayor atención estatal. Esta desigualdad se agravaba por la falta de infraestructura, como lo ilustra el caso de los aviones Douglas C-54 y C-47 operados por SATENA, creados en 1962 para conectar estas regiones. Estas aeronaves, reliquias de la Segunda Guerra Mundial, eran tan obsoletas que requerían métodos rudimentarios para encenderse, convirtiendo los viajes en una experiencia arriesgada y traumática.

Persistencia de la Discriminación en la Actualidad

A pesar de la transformación de 1991, que elevó los antiguos Territorios Nacionales a departamentos, la discriminación hacia estas regiones persiste de manera sutil pero significativa. En los listados oficiales de ministerios, organismos descentralizados como el DANE y otras instituciones del Estado, los nuevos departamentos no son tratados con equidad. En lugar de seguir un orden alfabético, como sería lógico, estas regiones son abruptamente relegadas a la parte inferior de los listados, como si fueran departamentos de tercera categoría. Este trato peyorativo, que clasifica a estos departamentos como "los diferentes", refuerza una percepción de inferioridad y perpetúa la exclusión histórica. Esta práctica, lejos de ser un mero descuido administrativo, refleja una mentalidad centralista que sigue considerando a estas regiones como marginales, a pesar de su importancia estratégica y su riqueza natural.

La Riqueza Petrolera y la Inequidad en la Redistribución

La explotación de los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua, descubiertos en 1988 y 1992 respectivamente, y con producción comercial a partir de 1995, marcó un auge en la industria petrolera colombiana, posicionando al país como un exportador relevante. Sin embargo, este boom económico también evidenció la persistente marginalización de las regiones productoras, como Casanare, que formaba parte de los antiguos Territorios Nacionales. En el año 2000, el gobierno nacional modificó la ley de regalías, pasando de una tasa fija del 20% a un esquema variable entre el 5% y el 25%, con el argumento de distribuir los ingresos de manera más equitativa a nivel nacional. Sin embargo, esta redistribución no priorizó las zonas históricamente abandonadas por el Estado, como los nuevos departamentos surgidos de los Territorios Nacionales.

Lejos de invertir en infraestructura, educación o salud en regiones como Casanare, Amazonas o Vaupés, los recursos se centralizaron o se destinaron a proyectos que no abordaban las necesidades de estas áreas. La avaricia, reflejada en la priorización de intereses económicos y políticos nacionales sobre el bienestar de las comunidades locales, prevaleció sobre el bien del Estado colombiano. Esta falta de inversión en las regiones productoras perpetuó su marginalidad, a pesar de que su riqueza petrolera y natural las posicionaba como pilares estratégicos para el desarrollo del país.

Los Consejos Regionales de Planificación Económica y Social (CORPES)

Los Consejos Regionales de Planificación Económica y Social (CORPES) he emergieron como una herramienta clave para abordar las problemáticas de los antiguos Territorios Nacionales y fomentar un desarrollo más equitativo en estas regiones. Creados en el marco del Sistema Nacional de Planeación, los CORPES fueron instancias de coordinación interinstitucional que reunían a representantes del gobierno nacional, los gobiernos departamentales, las comunidades locales, el sector privado y la academia para diseñar y ejecutar estrategias de desarrollo adaptadas a las necesidades específicas de cada región. Su objetivo principal era superar las brechas de desigualdad, promover la descentralización y garantizar que las políticas públicas reflejen las realidades y prioridades de los territorios, particularmente aquellos que históricamente han sido marginados, como los antiguos Territorios Nacionales.

Estructura y Funcionamiento de los CORPES

Los CORPES operaron como consejos regionales que agrupan a los departamentos en regiones geográficas y económicas homogéneas, como la Orinoquía, la Amazonía, el Caribe, el Pacífico y los Santanderes. Cada consejo estaba compuesto por gobernadores, alcaldes, funcionarios del Departamento Nacional de Planeación (DNP), representantes de ministerios y delegados de la sociedad civil. Su rol era identificar las necesidades regionales, priorizar proyectos de inversión y coordinar la asignación de recursos, incluyendo los provenientes de regalías, para impulsar el desarrollo económico, social y ambiental.

En el caso de los antiguos Territorios Nacionales, los CORPES buscaron abordar los desafíos históricos de estas regiones, como la falta de infraestructura, la precariedad de los servicios públicos, la inseguridad y la desconexión con los centros económicos del país. Por ejemplo, el CORPES de la Orinoquía, que incluía departamentos como Arauca, Casanare, Meta y Vichada, ha promovieron proyectos para mejorar la conectividad vial, fortalecer el sector agropecuario y ganadero, y garantizar el acceso a servicios de salud y educación. De manera similar, el CORPES de la Amazonía priorizo iniciativas de conservación ambiental, turismo sostenible y desarrollo de comunidades indígenas, reconociendo el valor ecológico de regiones como Amazonas, Caquetá y Putumayo.

Logros de los CORPES

Los CORPES lograron avances significativos en algunas áreas. En la Orinoquía, por ejemplo, facilitaron la construcción de carreteras y puentes que mejoraron la conectividad entre Casanare y Meta, impulsando el comercio y la integración con el resto del país. En la Amazonía, apoyaron programas de reforestación y fortalecimiento de las cadenas productivas sostenibles, como el aprovechamiento de frutos amazónicos y el ecoturismo. Además, los CORPES promovieron la participación de las comunidades locales en la toma de decisiones, lo que permitió que las políticas sean más inclusivas y respondieran mejor a las necesidades específicas de los territorios.

Un caso emblemático es el impacto de las regalías gestionadas a través de los CORPES en Casanare, donde los recursos petroleros de Cusiana y Cupiagua financiaron proyectos de infraestructura, como hospitales y escuelas, que han transformado parcialmente la región. Sin embargo, este éxito contrasta con departamentos como Arauca y Putumayo, donde la presencia de grupos armados ilegales no permitió la capacidad de los CORPES para implementar proyectos de manera efectiva.

La Transformación de 1991 y los Retos Actuales

La Constitución de 1991 marcó un punto de inflexión al eliminar la categoría de Territorios Nacionales y convertir estas regiones en departamentos con autonomía administrativa. Este cambio buscaba corregir las inequidades históricas, otorgando a las regiones gobernadores y asambleas elegidos por voto popular. Sin embargo, la discriminación y el abandono persisten. Muchas de estas áreas aún enfrentan deficiencias en servicios básicos, infraestructura y presencia institucional, lo que las hace vulnerables a grupos al margen de la ley. La práctica de relegar a los nuevos departamentos en los listados oficiales y la falta de redistribución equitativa de las regalías petroleras son ejemplos claros de cómo las actitudes centralistas perviven, dificultando una verdadera integración.

La institucionalidad del Estado no debe limitarse a las grandes urbes. La ausencia de una presencia legítima en estas regiones ha permitido que actores armados ilegales ejerzan control, perpetuando la imagen de Colombia como una “colcha de retazos” donde la institucionalidad es desigual. La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (LOOT) de 2011 y los CORPES han intentado abordar estas tensiones, pero el desafío de integrar plenamente estas regiones al proyecto nacional sigue vigente.

Conclusión

Los Territorios Nacionales de Colombia, hoy departamentos, son un reflejo de las contradicciones de un país con una riqueza natural inmensa, pero con profundas desigualdades regionales. Su historia, marcada por la centralización, la discriminación y el abandono, se prolonga en prácticas actuales que perpetúan su estatus de “departamentos de tercera categoría” y en la gestión inequitativa de los recursos generados por su riqueza, como los pozos de Cusiana y Cupiagua. La transformación de 1991 y la creación de instancias como los CORPES fueron pasos hacia adelante, pero los retos actuales –desde la falta de servicios básicos hasta la exclusión en los listados oficiales y la centralización de las regalías– demandan políticas públicas que reconozcan el potencial de estas regiones no solo como santuarios ecológicos, sino como actores clave en el desarrollo nacional. Los CORPES, con un enfoque fortalecido en la descentralización, la participación comunitaria y la gestión equitativa de recursos, pueden ser la clave para superar las inequidades históricas y construir una nación verdaderamente inclusiva.

 

 

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1 Comentarios

Anónimo dijo…
La media Colombia discriminada y rezagada...y somos los responsables de la riqueza de las regalías...de la riqueza hidrica. Del oxígeno...y la sanidad de Colombia sean centrado en los emporio personales...y de paso los propios siguen apoyando ello...cuando serás grande Amazorinoquia...no somos la tierra de los más llamados taparrabos...somos la fuente poderosa de sanidad a la Colombia.