LA EDAD DE LA ESTUPIDEZ
Desde hace tiempo quería
escribir sobre esta realidad que vivimos en nuestro país: la era de la
irracionalidad, donde las emociones dominan al cerebro. Podría atribuirse a las
hormonas o a un deseo insaciable, por parte de algunos jóvenes, de poner fin a
sus vidas.
Estamos frente a una
problemática de salud mental que se agrava con el consumo excesivo de alcohol y
sustancias psicoactivas. Recientemente fui testigo de un accidente que, en
realidad, no lo fue. Fue un suicidio. Pude ver cómo el motociclista, al notar
la presencia del otro vehículo, se lanzó contra él, perdiendo finalmente la
vida.
Existen fechas críticas
que intensifican este fenómeno: los partidos de la Selección Colombia (Mundial,
Copa América), las finales del fútbol colombiano y las fiestas de fin de año.
No sé si es la euforia de los triunfos o la frustración de las derrotas lo que
lleva a estos jóvenes a perder el valor por la vida.
Hablo específicamente de
los motociclistas, una población entre los 20 y los 35 años. De las
víctimas fatales, el 79% son hombres y el 21% mujeres, estas últimas, en su
mayoría, acompañantes.
En las muertes por
accidentes de tránsito, hay una estrecha relación con el exceso de velocidad,
el consumo de alcohol, la falta de pericia al conducir, la intolerancia y el
irrespeto a las normas de tránsito y convivencia. Estos factores evidencian el
bajo grado de desarrollo que aún tenemos como sociedad, particularmente en
Casanare.
Según el tipo de
colisión, las cifras de siniestralidad son:
1. Choques con objetos
fijos: 34%.
2. Colisiones con
transporte de carga: 25%.
3. Accidentes con
vehículos particulares: 18%.
4. Motocicletas:
16%.
5. Transporte público:
4%.
Fuente ANSV.
En este contexto, los
actores más vulnerables de la vía son, en su orden, el peatón, el ciclista y el
motociclista.
Esta problemática exige
una intervención urgente a nivel nacional, departamental y municipal. Es un
problema de salud pública que no solo nos arrebata vidas jóvenes, sino que deja
un número indeterminado de personas discapacitadas o con secuelas de por vida.
La recomendación que
quiero dejarles es esta: disfruten con moderación. Lo que termina es el año, no
la vida. La vida es hermosa y está hecha para vivirla, disfrutarla y valorarla.
Solo se vive una vez; no la pierdan en un instante de irracionalidad.
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